Hipnótica y sincronizada coreografía protagonizada por partes del cuerpo (manos, brazos y en último lugar piernas) que despliegan una danza sensual y cómica a un mismo tiempo, al ritmo de acordes que nos remiten a los viejos musicales de Hollywood y a las glamourosas películas de nadadoras sincronizadas.
Concebida en técnica de animación 3D, como otras obras del artista, la pieza transmite múltiples capas de significados. La inteligente elección de técnicas digitales para crear los cuerpos pone sobre la mesa el tema de las identidades virtuales, y la creación de realidades paralelas a través de la tecnología. Los asuntos de género también están presentes, planteando una irónica reflexión sobre la masculinidad normativa y su necesidad de deconstrucción.
Haciendo uso de la animación se crea una multiplicación de manos de largas uñas, brazos estilizados y piernas virtuales, que poco a poco desvelan una identidad sexual distinta a la que el espectador imaginó en un principio; pues las asociaciones con las nadadoras danzantes de las películas de Esther Williams enseguida se diluyen cuando comprobamos que son cuerpos masculinos los que realizan la danza y que el numero final implica hacer uso de su penes y de sus fluidos corporales.
La pieza nos permite reflexionar sobre los códigos asociados a la masculinidad y la necesidad de pervertir estos valores; haciendo un homenaje al mundo de la androginia, del transgénero, del travestismo y del disfraz, como estrategias de desmantelamiento de códigos sexuales caducos.
La elección de la fragmentación de partes del cuerpo, de desmembramiento, para luego crear formas geométricas sobre fondo negro logra un efecto ambivalente: centralizador y descentralizador a la vez. Las manos se entrelazan configurando estrellas, figuras elegantes, pero esas composiciones suspendidas en la negritud plana también hablan del vacío existencial en el que el hombre contemporáneo se siente inmerso. Como también encontramos en otras obras del artista, el vídeo destila melancolía…nostalgia de mundos perdidos, fosilizados…los de “la vieja cultura” que encapsula para siempre las desgastadas sintonías de los musicales hollywoodenses.