La serie de esculturas titulada irónicamente Objeto Singularísimo ha sido creada con software de modelado 3D y posteriormente ejecutada con tecnología de prototipado (estereolitografía). El autor ha colocado los modelados originales en Internet para uso público, en una dirección URL que forma parte de las propias piezas. Sin abandonar su particular sensibilidad, Arregui explora de este modo las relaciones entre tecnología, propiedad intelectual y la fetichización característica del mercado del arte.
Esos “objetos singularísimos” proponen una reflexión sobre la forma tradicional de contemplar trabajos artísticos, puesto que lo que encontramos en el “territorio” del arte, la galería, es sólo una copia de un original accesible a cualquiera en la red. La precisa inscripción de la base contrasta con el tratamiento barroco de unas formas que remiten a un misticismo presente en otros de sus trabajos, como Sed de Infinito o Querer Sin Recompensa que, a su vez, abordan temas como la desmaterialización de la realidad.
El proyecto trata directamente la idea del cambio que ha sufrido el trabajo creativo. Hoy vivimos en una sociedad postindustrial donde los bienes son inmateriales. Con este desplazamiento desde la era industrial, a la de la información o la del capitalismo del conocimiento, hay una diferencia significativa: esos bienes inmateriales pueden ser reproducidos sin pérdida. Es más, para poder funcionar en la escala de valores establecida la distribución de estos bienes inmateriales debe ser restringida. Esto se hace con la ayuda de las leyes de propiedad intelectual, el copyright, las patentes y las marcas registradas.